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jueves, 9 de febrero de 2012

LA MATANZA DE FOCAS Y MARDOQUEO

Por Salvatore Scimino
9 de febrero de 2012

             
Alcémonos hacia lo infinito. Deja que penetre la Luz en tu guarida
No tengas miedo, no estás solo. Te acompaña el canto de un grillo
La llegada de la Estrella a tu corazón no duele
Lo que sí duele es verte en la Oscuridad
    Que pasan las horas de la vida
    Y tú sigas encarcelado por tu propia ambición y codicia
    Dejemos que el humilde caracol nos guíe en el Camino.
       


                          


Mardoqueo no había pegado el ojo en toda la noche. Lo que le había dicho Marina, de una forma muy graciosa, le había calado hasta los huesos. No era para tanto pero él tenia una mente muy desordenada donde las neuronas se coagulaban hasta dejarlo sin hablar para las cosas que de verdad valían la pena y, aquellas que no merecían ninguna atención, sí las consideraba como las más importantes del universo. Para éstas sí que tenía un cerebro despierto.

Eso que le había mencionado Marina, que él se estaba quedando calvo, que su “musculito tenía más pelos que su cabeza”, lo tenía casi al borde de la locura. Su preocupación por sus dos cabezas lo estaban matando, pero no se daba cuenta.

Menos mal que se sentía amado por Marina, de lo contrario su cabeza hubiese explotado de tensión, esa peste que azota a la humanidad que vive en los países holgados. Y de verdad que ella le quería a él y él a ella. Los dos estaban vaciados, ambos habían tenido padres alcohólicos. Se complementaban, se llenaban.

Mardoqueo era un ejemplar típico, con poco interés para cualquier científico extraterrestre. No mostraba ninguna inteligencia excepto para tramar cómo sacar dinero a los que ya tenían más que los demás. Por eso su jefe le aguantaba como consejero financiero.

Los dos juntos, él y su jefe, conseguían al ayuntamiento mucha pasta con proyectos ficticios diseñados para los ladrones del parlamento. Saliendo beneficiados tanto los de aquí como los de allá. Y de eso se trataba, de vivir del cuento, de las costillas de los que laboran como burros en las fábricas y oficinas de la gran civilización del espejismo global.

Tenía una cara bonita Mardoqueo, que bien podría ser útil a los mafiosos de la moda, pero no tenía los contactos necesarios.  De su cara se había enamorado Marina, le recordaba la de su padre.

Mardoqueo estaba demasiado concentrado en su cuerpo, una masa de músculos, huesos, sangre, venas, arterias, nervios y mucho estiércol, que al morir sería pasto de los gusanos. Demasiado intoxicada su carne por el consumo de alimentos procesados, pero lo suficiente radioactiva, a raíz de comer frutas y verduras desinfectadas con rayos gamma, como para ahuyentar a los buitres.

Si mardoqueo hubiese leído por casualidad o interés propio, lo que dice Santo Tomás de Kempis en su maravilloso librito Imitación de Cristo, de que “no te enorgullezcas de tu cuerpo ni de tu cara bonita porque una enfermedad te lo puede quitar” le hubiera dado un infarto. Curiosamente, ése había sido el libro favorito de su madre.

También estaba lo del aumento en su trabajo de diseñador de modas exóticas. Una tapadera para lavar dinero.

Parece que también los sesos de Mardoqueo tenían un poco de luz para ayudarle a diseñar ropa que, a decir verdad asustaría a las mismísima Parca de la Muerte, aunque esto es lo que estaba de moda, lo vil y decadente. Pero él no sabía cómo decirle a su jefe que necesitaba más dinero para vivir.

Martín, su jefe, quien trabajaba para el ayuntamiento, era un bribón gritón y soberbio que avasallaba a cualquiera, y eso le revolvía las tripas a Mardoqueo. Tan fuerte era el miedo que le tenía, que sólo de pensar que su jefe le gritaría por pedir el aumento ya le había dado ganas de ir al baño para hacer descarga mayor líquida.

Tipos como su jefe son el denominador común en las metrópolis de la sociedad moderna, esa de la que tan orgulloso está el Simius mierderus (o merderus, del sánscrito mrd = arcilla, fango, estiércol). Las ciudades producen gente desequilibrada, nerviosa, macabra, antropófaga, codiciosa, glotona, ladrona, asesina de hecho o imaginación, copulona, podrida de intestinos, riñones hinchados y pulmones pustulosos. Para encontrar a los pocos que llevan la Luz hay que buscarlos entre los humildes  (Fig. 1).



Figura 1. Mendigo en Paris (Francia), acompañado de verdaderos amigos.(Crédito: Victor Arribas, El Turista accidental)



Para comprender lo chiflados que estamos, sólo hay que leer sobre el experimento del Universo de los Ratones del Dr. John B. Calhoun para darse cuenta que de verdad estamos todos locos. Hasta los científicos que se creen dioses están jodidos.

Padecen de los mismos males que los demás, son soberbios y comodones, en su mayoría. Les gusta exhibir sus proesas a sus colegas. Por allí andan diciendo que estamos jodidos pero a ellos también les gusta la vida fácil. Después de todo son descendientes académicos de los creadores del ratio studiorum.

Aconsejan cómo debemos vivir pero ellos no dan el ejemplo. Imposible que dejen de lado las comodidades de la modernidad, aunque poco las disfrutan. Pero eso no les importa si se las imaginan que las poseen. Cuando les llega la factura sólo se inventan otro truco en su laboratorio para demostrar al público que trabajan. Por eso decía un tío mío que “estudiar es el arte de engañar”.

Son parte del problema. Su estilo de vida es muy alto, lo que significa que más recursos de la naturaleza son extraídos para soportar su tren adquisitivo. Vivir alto causa un agujero tremendo en la red de la vida. Su huella ecológica es mayor.

Entre más estudias, más posibilidades tienes de conseguir un mejor empleo y un mejor empleo significa un mayor sueldo, y un mejor sueldo significa una mayor huella ecológica. Entre más ganas, más ordeñas a la Tierra y más te ordeñan a tí con impuestos.

Entre más dinero ganas, más consumes cosas innecesarias, tienes mayor huella ecológica. O visto de otra manera, una mayor huella ecológica significa más venta de productos que acaban en la basura y entre más basura hay en el vertedero (Video 1), mejor para la economía.



                                       
                                 Video 1. Camión de la basura en el vertedero.


Para esto te mandan a la escuela, para que te aborregues, para zamparte en el redil. Si te sales del redil y te iluminas, te matan. Idealmente, a ninguna sociedad le interesan los iluminados. Si te ponen uno enfrente, es que ha sido creado por los que cortan el bacalao para que sea tu pastor. Para mantenerte en el redil.

Y tú de idiota le sigues y vuelves al redil. Los que están detrás de todos estos esquemas son las legiones de satanás. Por cada ciudad del mundo existen 200.000 de estos hijos de puta, según decía mi abuela. Y no los vemos, están fuera de nuestro reducido campo de visión. Y tienen miles de criados que les sirven muy bien. Quieres enterarte quienes son, lee la lista de millonarios de Forbes.

Cada millonario es un servidor de satanás. En el mundo entero se estima que hay 8,7 millones de millonarios, lo que equivale al 0,13% de la población mundial. Todos (¿hay excepciones?) aunque se quieran hacer los buenos (con fundaciones para no pagar impuestos) le sirven al rey de las tinieblas.

O míralo desde otra manera, son 8,7 millones de ladrones que de una u otra manera te quitaron lo mío, lo tuyo y todo lo demás de los demás. Y si tú les convienes que seas millonario, para entrar en ese circulo tendrás que hacer pacto con satanás o de lo contrario no te dejaran entrar. Y recuerda, sin pobres no hay ricos.

Por si no lo sabes, en la India hay 645 millones de pobres. También hay más de 153.000 millonarios. Los millonarios para calmar su consciencia le tiran una que otra miga a los pobres y lo anuncian con petardos y platillos en la prensa para que todo el mundo se entere. Eso es sólo tinta de sepia. La verdad es que su capital lo ponen a trabajar en otras cosas, algunas no muy decentes, o se lo llevan a otro lado para inversión, por ejemplo plantar rosas en Etiopía para exportar a Europa (Video 2) o qué sé yo. 

                               
                              Video 2. Cultivo de rosas en invernaderos en Etiopía. 


Ningún millonario indio o de cualquier nación está dispuesto a ceder parte de sus riquezas a los pobres, al menos intentar ayudar a que no haya tantos pobres en el mundo y que los millones de hambrientos tengan algo de comer para sobrevivir. A no ser que quiera que le obsequien el Premio Nobel o tiene intereses encondidos. Por supuesto, siempre hay excepciones.

En el actual sistema económico desalmado, si consumes mierda, la economía crece. Hay más esclavos trabajando produciendo mierda. Estos luego salen de la fábrica a comprar mierda que acaba en la basura. Más mierda, más basura.

Y si de verdad quieres que tu economía crezca, causa una guerra, mejor dos, invéntate enemigos, haz cualquier cosa para matar gente. Suelta petardos matagente por aquí y allá y verás como la curva de crecimiento de tu fabrica crece.

Toma a Suiza, un país que todo mundo admira, menos yo. Pero la verdad es que es un jardín arriba, y un cementerio por debajo. Sirvió de refugio al oro nazi. Y es un paraíso fiscal. Aquí están todos los capitales de los mafiosos de cuello negro o blanco, de los tiranos matagente, de los empresarios exprimegente, de ex presidentes chupópteros... en fín, de todas las ratas (oops, perdónemen las ratas porque vosotras mis queridas hermanas sí que sois decentes) “humanas” del planeta. Además, es uno de los paises que más armas vende a sus vecinos o a los militares o guerrilleros matagente de los países aborregados (= “subderrarrollados"). Entonces, cómo no van a vivir bien a costillas de los demás.

La sangre de los humanos es dinero constante y sonante. El comercio de la guerra es el mejor negocio del mundo. Y sino pregúntaselo a cualquiera que vende armas. Igualmente lo es la droga. Las dos cosas van juntas, son inseparables.

En fín, es un ciclo vicioso. Y los economistas y sus amos aún no han encontrado la fórmula para salir de este atolladero. Necesitamos un nuevo paradigma y eso no va a ser fácil.

Los bebés (la humanidad) no sueltan el chupete a no ser que le ofrezcas uno más atractivo. Y será  dificil lograrlo pues tanto los gobernados como los que gobiernan son una cuadrilla de descerebrados. Son bebés con chupete, pero metidos en cuerpos de adultos. Todos van por allí con su chupete en la boca.

Y el descerebramiento es bueno para la economía nacional. Son más fáciles de gobernar. Manténlos entretenidos con sexo y estupideces para que no protesten. Hazlos que se sientan seguros pero a la vez hazlos que se sientan inseguros. Manten ese balance y no te morderán. Bueno, al menos no hasta que se les vacíe la barriga. Una persona con una panza totalmente vacía ya no tiene nada que perder más que la vida. Y estos son muy peligrosos para el status quo.

Por lo tanto, los científicos, tú y yo, todos los demás,  estámos en la misma fórmula que va a sellar la destrucción del simio pensante. Pensamos demasiado e inventamos miles de  productos químicos que acaban envenenando el medio ambiente más de lo que ya está.

La Chemical Abstract Service (CAS), una agencia encargada de registrar cada sustancia orgánica o inorgánica inventada o descubierta por el hombre, en septiembre de 2009 asignó el 50 millonésimo número de registro. Esta agencia empezó su trabajo de registro en 1933, se llevó 33 años en catalogar los primeros 10 millones de químicos y los últimos 10 millones han sido registrados en nueve meses, a una velocidad de 25 sustancias químicas por minuto.

En la actualidad, esa cantidad ya ha sido sobrepasada, rondando en los 60 millones de químicos. El número de registro CAS 1298016-92-8 es la 60 millonésima y corresponde a un compuesto antiviral patentado por China.  

En realidad, estamos nadando en un océano de químicos resistrados, con unos 100.000 utilizados en los Estados Unidos y 140.000 en la Unión Europea. Nadie sabe, ni los científicos que los inventan, de los peligros y las consecuencias de su uso.

No en vano, para los animales y las plantas, los científicos son terroristas de la naturaleza. Igualmente los somos directa o indirectamente tú y yo y el resto de la humanidad consumista.

Somos malabaristas de palabras sobre papel o hablando. Somos expertos en pajearnos la mente. Somos esclavos de los amos y los amos son nuestros esclavos. Somos estúpidos. Somos Homo acephalus.

De qué sirve que haya maravillosas bibliotecas, universidades, institutos e impresionantes teatros y museos si la gente lo único que quiere es polvos baratos, estimular su mente con placeres de bajo instinto y llenar sus cofres de dinero limpio o sucio.

La ciencia avanza pero el hombre camina para atrás como el cangrejo violista en la playa. Aunque este crustaceo sí sabe a donde va pero el simio “culmen de la evolución” no tiene ni puta idea hacia donde se dirige.

Y aquí entre tanta porquería nacen rosas. Personas maravillosas, como la Madre Teresa de Calcuta, auténticos hijos del Padre y no de satanás. Personas que vierten toda su energía hacia el prójimo abandonado. Personas que hacen preguntas sobre el universo y valientes para vivir de acuerdo a sus preceptos éticos dictados por su consciencia, educados y capaces de distinguir lo blanco de lo negro o viceversa.

Pero las sociedades en realidad no desean este tipo de gente. Lo que buscan es un rebaño de ovejas que obedezcan las reglas de la sociedad, gente que sea una masa obediente a las recetas culturales impuestas por unos pocos malnacidos.

Por supuesto, Mardoqueo ya tenía lo suficiente para pasarla sin preocupaciones económicas. Pero el Homo acephalus es así, siempre quiere más y más de lo que ya tiene. Y de lo que no tiene, ni hablar.  Es insaciable. Su pecho alberga un vacío tan grande que éste le hace la competencia al de allá arriba donde están las estrellas.

Esa tarde Mardoqueo llegó a casa más cansado de lo normal. Se sentó un rato sobre su sofá fabricado de material antiincendios. Estornudó mucho al nomás hacer contacto con el material sintético pero no se daba cuenta de que su descansadero favorito le estaba matando lentamente. Lo había visto en la tienda y se lo trajo a casa. Y como este sillón su casa estaba llena de cosas modernas que le minaban su salud.

Su piso era como los demás, moderno, construido de prisa con materiales tóxicos aunque sanidad decía todo lo contrario. Es parte del juego, coje estos billetes y calla.

A cañonazos vencieron los ingleses a los chinos, dice la historia. Pero a decir verdad fue el consumo del opio lo que los jodió. Sobre sus lomos intoxicados se levantó todo un imperio. Y no lo han olvidado. La próxima no los encontrarán dormidos. Su ejercito está listo.

Y nada ha cambiado. Los millones de viciosos en las esquina de los bares exclusivos o en fiestas de lujo depravado, dondequiera que los “polvillos blancos” de las junglas de Colombia figuren, allí está el punto de partida de todo lo demás. Incluso el piso de Mardoqueo.

Se levantó, pensaba llamar a Marina pero decidió esperar. Fue a su nevera, abrió la puerta y cogió una cerveza. Por un rato tuvo la idea de comer alas de pollo pero lo descartó. Era demasiado trabajo para él. Esperaría a que su novia llegase para que se las cocinara al vapor. Esa tarde Mardoqueo no había ido a correr. Le dolían los tobillos.

Ese pollo que le encantaba tanto le iba a matar, no ya sino dentro de quince años. El cáncer tiene paciencia. Ya las células de sus testículos habían recibido la señal de partida.

Mardoqueo ignoraba todo sobre los sistemas modernos de produccción intensiva, es decir de masiva tortura, de aves de corral. Dicen que el pez muere por su boca, y lo mismo le estaba sucediendo a él y a todos los que comían esa carne intoxicada.

Con la cerveza en la mano se sentó de nuevo en su sofá predilecto. Cogió el mando y encendió el aparato, ese totem que ocupaba casi la mitad de la sala. Mardoqueo se había comprado la pantalla más grande de venta en el mercado, para ver mejor su película favorita, Mary Poppins.

Sus amigos le preguntaban que por qué le gustaba esa "película tan ridícula". Pero sólo les contestaba que estaba enamorado de la protagonista Julie Andrews. No podía dar más explicaciones porque no las tenía. Pero la pregunta le quedaba dando vuelta en su cerebro.

Y las palabras son energía, suficiente para echar andar un coche. Cada nota producida por una palabra puede mover montañas, si se cuenta con la secuencia correcta. Algo que los antiguos descubrieron pero mal emplearon hasta acabar en la tumba. Esto no debería sorprendernos conociendo en ímpetu guerrero del simio pensante.

La gigante pantalla se encendió. Tan rápido, que de haberla visto su bisabuela Matilde, se hubiera asustado de muerte pensando que un espirtu malvado había entrado en su casa.

Mardoqueo empezó a pasar canales para ver si conseguía algo interesante. De repente, salieron escenas de la matanza de las focas (Fig 2). Sin saber el motivo, lo dejó un buen rato. No comprendió qué era lo que estaba diciendo el activista que salió a defender a las pobres criaturas.


           Figura 2. Matanza de focas para abrigos (Fuente: lacomunidad.elpais.com).

El ecologista que apareció en el documental iba al son de otro tambor, caminaba más adelante que los demás tuertos. Y tenía toda la razón por preocuparse por esos animales.

Despertar la consciencia cuesta mucho, es duro, pero cuando ocurre vale la pena. Es lo único que cuenta cuando llegamos al final de nuestro camino. Y luego uno se pregunta ¿cómo es posible que estaba tan ciego y dormido? A pesar de que los que mueven los hilos te dicen “duerme, no te preocupes de eso. Mira sólo tu cuerpo”, eso ya no cala. Marchas siendo movido por los hilos Divinos del Universo, sin sentir soledad pues hay mucha compañía a lo largo del Camino. No estamos solos y los que nos acompañan, a pesar del dolor porque el vivir causa dolor, te apoyan y sobrepones cautivado por el aroma de las flores que se mecen de alegría bajo el sol.

Pero lo que sí ocurrió en la cabeza de Mardoqueo, es que la palabra “PROTEGER” disparó en su cerebro una secuencia de escenas que le trajo dulces recuerdos de su madre Reimunda, quien hacía tres años había muerto de cáncer de páncreas. Sintió un nudo en su garganta y sus ojos se llenaron con un poco de lágrimas.

Así es como funcionamos, por asociaciones. La cuestión es comprenderlas para que no nos causen pánico. Pánico de soledad, esa enfermedad del Siglo XXI.

Recordó que su mamá iba todos los días después de desayunar con comida para las palomas del parque, y a él le gustaba ir con ella a mirarlas y darles de comer. Tendría él unos cuatro o cinco años. Pero los buenos recuerdos perduran.

La señora Reimunda Marletto era muy dulce a pesar de los embites de la vida. Se había preocupado de enseñarle a cuidar de los demás, incluso los animales de la ciudad. Decía ella que “siempre que le damos de comer a nuestros hermanos o vecinos, le damos vida a San Francisco de Asis. Estamos hechos de recuerdos”.

Ella era muy católica, no fanática, pues eso ella misma lo criticaba, sino de corazón. Y lo practicaba desde allí. Era una señora que tenía sangre de los antiguos colonizadores del sur de Italia que llegaron de los Alpes de Baviera. Era amorosa, firme, generosa, pacífica, pensativa, veras, observadora, noble y muy amante de la naturaleza. Su único defecto, según ella decía, era que le gustaba mucho la cerveza y el vino blanco.

A veces Mardoqueo en el ir y devenir de su vida tenía atismos de esos recuerdos. Y de vez en cuando se preguntaba por qué hacía lo que hacía en su trabajo. Habia aprendido a sobrevivir en la jungla de cemento pero no estaba satisfecho.

Los años pasaban y mellaban su cuerpo. Y esa pregunta de Mardoqueo era un gran principio. De aquí se aferraba Marina, quien había descubierto que Mardoqueo, a pesar de su disfraz de atleta, era una persona con valores potenciales dormidos. Y ella, cojeando por las patadas de la vida, sabía que avanzar en esa dirección de los valores interiores sí valía la pena.

El amor que sentían el uno por el otro desembocaría en algo que les cambiaría la vida para siempre. Estaban ya todas las piezas en el tablero. Una de ellas sería el programa de TV sobre la tortura de las focas.

El documental se desenvolvía ante los ojos de Mardoqueo, quieto sin entender mucho pero se lo tragaba todo. En eso sonó el timbre. Era Marina que había llegado. Se besaron tiernamente y pasaron a la sala. A ella también le gustó el programa, pues le recordaba a su perrito Piccolino que había tenido de niña. Pasaron unos minutos y Marina se levantó y se fue a la cocina.

Le preguntó a Mardoqueo:

- ¿Quieres que te prepare las alitas de pollo?

Y él contestó:

            - Te lo agradecería mucho. Las cocinas mejor que mamá.

Marina se puso manos a la obra con su receta especial de “alas con queso y setas”. En unos 15 minutos ya estaban listas y las llevo con una barra de pan a la sala para comer juntos.

El documental seguió su marcha. Ellos estaban atentos. Tenían muchas cosas en común. De niños habían jugado con animales y les gustaban. De hecho muchas veces se iban los fines de semana al parque zoológico.

Las escenas horribles de tortura de los pobres animales tocaron cuerdas que ni ellos mismos conocían en sus corazones. Se cogieron de la mano con miedo.  Ese miedo ancestral de cuando eramos unos ratones hace millones de años. El terror de ser perseguido por depredadores gigantes. Todo quedó grabado en nuestra cámara genética.

Sintieron lástima por la sangre que salía de la cabeza de las focas asesinadas impunemente. Se vieron ellos mismos reflejados en esa eterna tortura que los animales sufrían bajo el mazo del codicioso agresor (Video 3).

         
                             ADVERTENCIA - CONTIENE IMAGENES FUERTES
                                        
                                  Video 3. La matanza de la focas en Canadá.


La semilla había caído en buen suelo, en el momento justo. Con el pasar del tiempo germinaría, crecería y transformaría los corazones de Marina y Mardoqueo. La marcha hacia la Luz, como una planta busca la luz del Sol (Video 4), había sido emprendida.



                                 
                          Video 4. Plantas buscan la luz del sol en lapso de tiempo.


                                                             ♣♣♣♣

En realidad, los humanos somos un conglomerado genético de bacterias, virus, genes de pez, anfibio, reptil, ave y mamífero. Todo está allí en esa maravillosa molécula de la vida, el ADN.

TODOS SOMOS UNO. Esto es RELIGION. Y los humanos la necesitamos para sobrevivir, hoy más que nunca. Cojamos el Mensaje pero no nos fijemos en quién y cómo lo transmite. El Mensaje es el mismo: AMOR. Suficiente.

Hermanos y hermanas, el clamor del tambór os llama. Hagamos de este planeta no un infierno sino un Océano de Paz. ¡Despierta! Las Voces de la Eternidad te llaman. DIOS existe, es cada átomo de tu ser. Es esa Energía, la que te da vida. Es TODO.

Digamos alto a las matanzas, al dolor injusto que causan directa o indirectamente nuestras manos. Un ¡NO! Rotundo a los horrores que la Madre Tierra y los animales sufren, vívidamente plasmado en el siguiente video (Video 5)




 Video 5. Los errores de algunos hombres y la valentía de los que defienden los animales.


Y hagamos despertar a los políticos ciegos y codiciosos, a cualquier persona de corazón oscuro. De todos nosotros depende un buen legado a las generaciones que aún están por nacer en la Tierra del futuro.

Os dejamos con una cancíón (Video 6) que dice: “Para que buscar felicidad si no hay amor ni paz y la verdad ya está muerta. Y por qué soñar si en realidad el honor quedó atrás, se olvidó la consciencia. Mira en tu chequera y así sabrás que si tanto tienes, tanto más valdrás y serás más decente...” Parece que así es. Es una lástima que nuestra conducta tribal pida líderes pero se colocan canallas por delante. Y les adoramos. ¡Que imbéciles somos!

                        
                 Video 6. Mundo Imposible (Los Supersónicos, El Salvador, América Central).



¡Pero podemos hacer posible, el mundo imposible! Todo depende de nosotros. Es hora de volver la mirada y nuestros corazones hacia la Madre Tierra (Video 7):
                                                               
  


                                      Video 7. Planeta Tierra (Michael Jackson).

                       

                            HERMANA/HERMANO, AVANTI!!!



                                                     Referencias


Bekoff, Marc (ed.) (1998). Encyclopedia of Animal Rights and Animal Welfare. Greenwood Press. 446 p. Una buena fuente de información alfabetizada sobre los Derechos de los Animales.

Donnellan, Laura (2007). Animal Testing in Cosmetics: Recent developments in the European Union and The United States. Animal Law, Vol. 13: 251-280. Un magnífico resumen del acontecer sobre el bienestar animal, en cuanto a cosméticos se refiere, en ambas partes del mundo.

Kean, Hilda (1998). Animal Rights. Political and Social Change in Britain sice 1800. Reaktion Books. 272 pages. Un libro excelente para estudiar la evolución del Derecho Animal en el Reino Unido. Muy ameno de leer. Altamente lo recomendamos.

Schneider, Craig (2001). “Cruelty to Police Dog” Laws update. Animal Law Vol. 7: 141-144. Este articulo revisa las Leyes para proteger perros de policía en diferentes estados de los EEUU.


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