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jueves, 4 de octubre de 2012

SOCIOBIOTECNOLOGIA: CLONAR A LAS PERSONAS QUE ALIMENTAN ANIMALES EN LAS CIUDADES

Por Gundhramns Hammer
4 de octubre de 2012


La biotecnologia es una de las ciencias que más auge tiene en este momento debido a su potencial económico. Esta ciencia también podría ser empleada para otros propósitos. Considerando que el número de personas que se preocupan de darles de comer a los animales silvestres que nos acompañan en las ciudades es relativamente bajo, tal vez sería bueno clonar somáticamente a estos humanos utilizando la biotecnología, en este caso la sociobiotecnología.

¿Por qué y para qué clonarlos? Sería una manera de conservar y aumentar el número de amantes de los animales, de verdad, en un océano de gente despreocupada por el sufrimiento de los animales. 

Lo anterior parecerá ridículo, se podría argumentar que el velar por el bienestar de animales callejeros es cuestión cultural y que nada tiene que ver con la genética, es decir que la conducta empática no tiene un factor genético. 

Pero podemos plantear otra pregunta: ¿tiene la conducta prosocial una base genética? Y los nuevos avances en las investigaciones de la biología, incluyendo fisiología y genética del cerebro del Homo sapiens señalan que sí. La realidad de las cosas es que no tenemos libre albedrío como nos gusta pensar.

Para cuando tú tomas una decisión que parece que la has hecho "conscientemente" ya tu cerebro "inconsciente" (la parte que los humanos han heredado de los reptiles) lo ha hecho por tí. Lo de abajo manda a lo de arriba. 

En la pelea de lo de abajo con lo de arriba siempre gana el de abajo. Y el arriba sólo tiene unas millonésimas de segundo para tomar su decisión, de tal manera que para cuando tú piensas que lo has hecho, el de abajo ya lo ha hecho por tí. 

Si no fuese así el mundo de los humanos sería un paraíso. Y no lo es, ni para para la humanidad en su totalidad ni para el resto de seres vivientes, ni mucho menos para la Naturaleza. Jean-Paul Sartre lo ha expresado maravillosamente: "El infierno son los demás".

La empatía y la conducta prosocial

Una vez, hace dos años, a una señora cuidadora de gatos callejeros en la ciudad de Jaca (Aragón, España) le planteamos la siguiente pregunta:

- Señora, ¿un cuidador de animales nace o se hace? 
Y ella contestó:
-Nace. 

Su respuesta no puede descartarse a la ligera, como algo que pertenece al reino de la ignorancia de la genética. Lo más seguro es que tenga razón. 

¿No fueron los "ignorantes" de tiempos remotos los que le dieron el maíz, un milagro de ingeniería genética que alimenta a millones de humanos, la patata, la domesticación de la vaca y otras maravillas de la agricultura y ganadería al mundo? 

Los ignorantes somos nosotros. No es cierto que todo lo del pasado es primitivo. Nada más lejos de la verdad.

Un humano es biología. Sin biología no hay ser humano. La biología afecta la manera cómo las personas se comportan en el milieu psicosocial.  Sin genes no hay proteínas en el cerebro y sin proteínas no puede haber conducta. 

Lo que los humanos heredamos es ADN,  un paquete fisico-químico balanceado y dinámico, moldeado por los milenios y que puede ser influenciado por el ambiente. Este sistema nos permite, como especie biológica como las demás, un potencial para aprender una amplia gama de conductas sociales y ciertas características temperamentales de personalidad como respuestas al ambiente para sobrevivir.

Un ser vivo es un sistema autónomo interactivo con el ambiente. Por lo tanto cuando interactuamos en una sociedad, un conjunto de paquetes que también están interactuando con lo que les rodea, lo que adquirimos, cogemos y almacenamos en nuestro cerebro dependerá de la situación social (fuente de información), lo que puede afectar nuestro procesamiento cognitivo y aprendizaje (manera cerebral de integrar la información), el cual dependerá de la química de nuestro cerebro y ésta a su vez de nuestros genes. Ambos factores genéticos y culturales influencian el desarrollo de la conducta social, incluyendo acciones prosociales y la empatía. 

Sin olvidar que "cultura es conducta aprendida". No recuerdo el nombre de mi profesor de antropología, pero así la definía. Cultura equivale, entonces, a información codificada molecularmente por medio de proteínas y grabada en nuestro disco duro, el cerebro.

Los adelantos médicos en el estudio de la genética y fisiología del cerebro humano han puesto al descubierto que situaciones que antes eran consideradas enteramente ambientales en su origen en realidad tienen bases genéticas y viceversa, por ejemplo la predisposición a ciertas enfermedades (cáncer de mama, asma, etc), desordenes adictivos (alcoholismo, drogadicción), el temperamento, incluyendo la tendencia hacia la agresión y la criminalidad, entre otras.

Los estudios biológicos de los gemelos y niños adoptados indican que las diferencias en la gente, donde están implicadas las características como las preferencias vocacionales, la sociabilidad (introversión o extraversión), el nivel de actividad, conducta dominante, el temperamento, la visión espacial, acciones altruísticas  entre otras, son parcial o totalmente debido a factores genéticos. 

Los estudios de las fichas criminales de los adoptados en Dinamarca muestran una alta correlación con la conducta ilegal de los adoptados cuyos padres biológicos también cometían actos delictivos y una baja correlación con este tipo de conducta por el padre adoptivo (Ridley, 2000).

Explica el científico Dr. Dennis Saleebey (2001) que "Somos, después de todo, animales - miembros de una especie - y traemos al mundo, codificado en nuestros cuerpos, no sólo la historia de nuestra especie sino que también la historia de nuestra familia. Llevamos, extraordinariamente, en cada una de nuestras células, nuestra historia, y nuestro futuro a desplegarse. El medio ambiente y la experiencia juegan una poderosa parte en este drama, pero algunas veces fallamos en darle a el cuerpo - nuestra biología - su debido."

En su libro best-seller "Genome: The Autobiography of a Species in 23 Chapters" dice Matt Ridley (2000) que "la asunción de que los padres moldean la personalidad y la cultura de los niños es un mero dogma."

Entonces, los cuidadores de animales callejeros, y las personas de verdad altruistas, y por supuesto dejando fuera a los pícaros que se hacen llamar filántropos con la idea de lavar su consciencia o esconder su masa de dinero en fundaciones y asociaciones, deben tener algo en sus genes que los hace diferentes a la mayoría de gente que es indiferente al sufrimiento de sus congéneres y animales.

Desde este punto de vista, si todos fuésemos verdaderamente amorosos y cariñosos con los animales, como lo son las personas que se preocupan de alimentar a las palomas, los gatos callejeros, perros abandonados, etc., seríamos de verdad amorosos unos a otros y hacia los que nos rodean, animal o humano, y el ambiente social de una ciudad sería menos hostil. Y ya no se diga el planeta entero. Todos nos beneficiaríamos. Así como están las cosas nos comemos unos a otros. 

Las personas apasionadas por cuidar animales sin dueño en las áreas urbanas tienen otra perspectiva de la vida.  

Además, existe la posibilidad de que estas personas cuidadoras de animales callejeros posean un cerebro alambrado para responder al sufrimiento ajeno, con neuroquímicos que codifican para una conducta amorosa (empática) más fácilmente que las demás personas. 

Y no estamos hablando de que sean unas viejas o viejos solitarios y tontos que se consuelan con animales. Nos referimos a que la gente que ama los animales y la naturaleza tal vez poseen un órgano cefálico donde el cóctel de los químicos cerebrales del amor, la euforia y el éxtasis, como la dopamina, la norepinefrina y la feniletilamina, sustancias que actúan sobre el sistema límbico, el centro emocional del cerebro, se conjugue y los predisponga de forma permanente para responder con amor, con un enamoramiento y empatía hacia los animales. 

La naturaleza nunca cesa de jugar con las posibilidades. Y cada ser vivo es una posibilidad realizada. Y nosotros somos una de tantas. Si pensamos que estamos fuera de ella, nos engañamos a nosotros mismos. Y en estos asuntos de autoengañarnos somos expertos. 

La Naturaleza manda. Y mientras más rápido nos amoldemos a ella, mejor para todos. 

Y los cuidadores y defensores de animales y la naturaleza, descontando a los pícaros y taimados tan abundantes entre los humanos, son la esperanza de la especie. 

Podemos hacernos una serie de preguntas, por ejemplo: 

¿Por qué algunos humanos son muy duros de mollera (cabezas cuadradas) para hacerles ver las cosas desde otra perspectiva, de hacerlos cambiar? ¿Por qué otros son flexibles? 

¿Por qué algunos se enfadan si su manera de ser, como los torturadores de animales, es cuestionada y otros no? 

¿Por qué algunas personas económicamente pobres reconocen el sufrimiento de otros pobres y responden empaticamente hacia ellos y otros de la misma calaña no, les da igual? 

¿Por qué algunos ricos son capaces de distinguir el sufrimiento de otros si haber sido expuestos a estas situaciones y responden de manera empática? 

Son buenas preguntas para estudiarlas desde el punto de vista neuropsicológico, neuroanatómico y neurofisiológico. Para responderlas, cada una necesitaría un tratado aparte. 

Sin embargo, podemos mencionar algunas cosas. Hay estudios que señalan que la gente de las clases socioeconómicas más bajas está fisiológicamente en mejor sintonía al sufrimiento de otras personas que sus contrapartidas de la clase media y rica. 

Algunas investigaciones indican que a medida que la gente se hace rica se vuelve menos empática. Por este motivo, de acuerdo al psicólogo social, Dr. Dacher Keltner de la Universidad de California en Berkeley "esperar  a que los ricos devuelvan un poco de lo suyo, de que arreglen los problemas de la sociedad, es psicológicamente improbable." 

Según dicen, la gente pobre es mejor que la rica. Es mejor para establecer auténticas conexiones con los demás. 

De todas maneras, en este momento que estamos sumergidos en una crisis social, una crisis de valores, si les ponemos atención y el debido respeto a los cuidadores de animales callejeros, personas muy empáticas al sufrimiento ajeno, bien que nos podrían ofrecer otras alternativas, otras vistas que a la mayoría de nosotros se nos escapan. 

La personas que alimentan a estos animales callejeros no son ni individuos molestos ni mucho menos locos. Tienen diferentes maneras del ver el mundo. Son personas que van adelantadas a su tiempo.

La mafia de los ayuntamientos

Las personas que molestan están en los ayuntamientos. La mayoría de los políticos son mafiosos (Video 1). Los políticos suelen ser personas que camuflan sus cualidades diabólicas de cualidades buenas para engañar al publico. Generalmente no están allí para ayudar a nadie. Se meten a la política para chupar del sudor de la gente y de la economía sumergida. Generalmente son vasallos de los grupos de poder globales del Nuevo Orden Mundial. Así de claro.


Video 1. La mafia del Ayuntamiento de Zaragoza (España).



Muchas veces a los cuidadores de animales callejeros se les persigue injustamente en las ciudades y se les multa severamente. 

Se les acusa de que crean problemas de sanidad y que las poblaciones de los animales que alimentan nos van a invadir.

Y antes de acusar a los animales de sucios e invasores deberíamos preguntarnos:

¿Quién va a multar a los miembros de los ayuntamientos por contaminar los cuerpos de agua cada vez que tiran de la cadena del váter lleno de su mierda? 

¿Quién va a poner en la cárcel a todos los mafiosos de los ayuntamientos por haber autorizado la construcción de edificios construidos con materiales contaminantes para el medio ambiente, insalubres para la gente y permitir que jodan amplias zonas de las costas durante el boom inmobiliario de España? 

¿Quién va a multar a los ministros, los alcaldes y los concejales de los gobiernos por permitir que las empresas alimentarias nos metan mierda en nuestros alimentos y consecuentemente nuestra salud sale perjudicada?

¿Quién nos va a multar a nosotros los humanos por el deterioro biosférico que hemos causado en el planeta?

Y por último, ¿no somos acaso la especie más invasora sobre el planeta?

En la ecuación de la vida de la Tierra, nosotros los humanos somos el problema. Sobramos. A no ser que encontremos una verdadera manera de vivir en armonía con la naturaleza.

La contaminación ambiental causada por el hombre

Es muy fácil mirar la viga en el ojo ajeno que en el propio. Nos preocupamos de las palomas y otros animales callejeros pero no nos fijamos en las toneladas de mierda y sustancias tóxicas que nosotros  arrojamos a los ríos y el mar diariamente.

Solamente la ciudad de Zaragoza (España), con 701.887 habitantes en el 2012, arroja al río Ebro diariamente 140.376 kilogramos de mierda. Esto equivaldrá a aproximadamente 512.372.240 kilogramos de mierda vertidos al Ebro para finales del 2012. ¡Y muchos guarros humanos se quejan de los gatos y las palomas en las ciudades! ¡Es ridículo!

Si en lugar de echar sus heces al río, los zaragozanos vertieran su mierda en las calles a estas alturas ya estarían comiendo mierda y nadando en mierda. 

Bueno, mierda ya comen los zaragozanos y resto de españoles y mucha mierda, pues los suelos en España, así como en toda Europa, están intoxicados de metales pesados (Fig. 1). Y si los suelos lo están, también lo estarán los alimentos plantados en ellos. Es una cadena. Olvídense de eso de productos ecológicos en Europa! Y no han sido las palomas o los gatos los que han envenenado el suelo en este continente. ¡Han sido los humanos!


Figura 1. Concentración de mercurio en la capa superior de los suelos en Europa. Fuente: WHO Europe (2007).


El trabajo de los gatos

Los gatos hacen un trabajo que pocas personas les agradecen.  Se comen las ratas y ratones que viven en las ciudades. Estos roedores tienen una capacidad reproductiva prolífica. 

Una rata alcanza la madurez sexual en sólo 3 meses y tienen 12 camadas por año, con una media de 8 crías, y puede parir al cabo de un año unas 100 crías. Si tomamos en cuenta la actividad reproductiva de sus hijos, nietos, biznietos y tataranietos la descendencia de una rata puede alcanzar 16.000 ejemplares en un año. Y ella puede vivir una media de 3 años, de tal que manera en circunstancias adecuadas en cualquier ciudad el número de ejemplares, sus descendientes directos, podría alcanzar los 100.000 ejemplares. Es decir, una rata equivale a 100.000 ejemplares en 3 años.

Un gato callejero de una ciudad si se come 1 rata es como si se hubiese devorado 100.000 ratas de un sólo bocado. Por lo tanto, los felinos abandonados deberían ser parte del personal del ayuntamiento!

También podríamos decir que si de gatos se trata y bajo condiciones óptimas, una gata, por ejemplo, puede tener dos camadas por año, y si suponemos que sobreviven 2,8 gatitos por camada, en cinco años tendríamos 11.801 gatos. 

Pero la mayoría no llega a adulto. Generalmente mueren más de los que sobreviven. 

Algún tipo de control de población es necesario. Pero primero arreglemos nuestros problemas. Porque ¿quién nos va a castrar a nosotros que nos hemos reproducido demasiado y nos hemos adueñado de todo el planeta?

El mundo de los roedores y gatos de las ciudades aún guarda muchos secretos. 

Aparte de que cuidaban los graneros de los cereales, ¿qué más sabían acerca de los gatos los antiguos egipcios?

Se sabe que los gatos son neutralizadores de energías negativas. Siendo que el suelo que pisamos es una matriz energética dinámica y nosotros somos entidades disruptoras de esa red, ¿no será posible que los gatos funcionen escalarmente como concentradores de energías tenues para sanar esa matriz? 

Tantas preguntas y pocas respuestas. Nuestra ignorancia es más profunda que el Universo!

Los animales callejeros son buenos terapéutas

Las personas que le dan de comer a los gatos, palomas, patos, gorriones y otros animales en las urbes no necesariamente son sólo los mayores de edad. Hay de todas las edades. 

Con respecto a las personas de tercera edad que alimentan a los animales en las ciudades, el contacto con estos animales es importante para su salud emocional. La alegría que produce el estar cerca de los animales es buena para ellos y les ayuda a su salud integral.

Adicionalmente, hoy en día los niños urbanos viven metidos en cubos de cemento, en casa y la escuela. Para que crezcan sanos es necesario que tengan, entre otras cosas, contacto con la naturaleza, pues el hombre no evolucionó en las junglas de cemento. Y siendo que en las ciudades hay poca naturaleza, los animales en los parques o en las calles funcionan como psicólogos gratis (Video 2). 


Video 2. Niños alimentando a palomas en Lima (Perú).


Así desde este punto de vista los animales silvestres urbanos son bioterapéutas. Y en muchos casos hacen mejor el trabajo que los trabajadores sociales y psicólogos, quienes a veces están más interesados en estar en una oficina moviendo papeles y calentándose el culo.

Los animales y las plantas son bioindicadores de la salud del medio ambiente

Por otro lado, los animales y las plantas, incluyendo las "malas" hierbas, en las ciudades son bioindicadores (Fig. 2) del estado de la contaminación del medio ambiente. Nos pueden alertar de los daños medio ambientales que causamos con nuestras suciedades y venenos que diariamente arrojamos al aire, agua y suelo en las ciudades y en el campo. 



Figura 2. Estorninos pintos (Sturnus vulgaris) buscando alimento en el césped. Fuente: AstroGaia.


Para ello es necesario tomar muestras de plantas o de animales (pelos, plumas, etc.) y determinar la presencia de sustancias contaminantes nocivas en los tejidos. 

La concentración de metales pesados, por ejemplo, en las muestras es un buen barómetro de cómo están las cosas en el entorno y dependiendo de los límites estipulados por las la Organización Mundial de la Salud se deben tomar medidas necesarias para corregir el problema, ya sea controlando la contaminación antropogénica o eliminando del mercado aquellos productos que causan daño.

Estos bioindicadores naturales son muy importantes en una ciudad y su trabajo es completamente gratis.

Los humanos somos la raíz del deterioro actual de los ecosistemas y si no nos espabilamos lo más pronto posible el futuro de la humanidad no es nada halagador.

La importancia de la empatía de los cuidadores de animales callejeros

Resumiendo, los cuidadores de animales callejeros son únicos. Son personas capaces de crear nichos para ellos y para sus animales dentro de la sociedad, como los nichos ecológicos en la naturaleza, los cuales son menos hostiles para ellos y para los animales que aman. 

Y su importancia radica en que, si el resto de la población entrase en el nicho de los cuidadores de animales, y no nos referimos a los explotadores, todos saldríamos beneficiados. Su visión del mundo es de suma importancia para la supervivencia de la especie humana. 

El primer paso para amar es reconocer y ayudar a las necesidades de los demás. Responder con empatía. Y una vez dentro del nicho cuidador, en dirección hacia el futuro, es sólo cuestión de extenderlo a la Biosfera en su totalidad.


Referencias

Dacher K. (1999). Social functions and emotions at four levels of analysis. Cog. Emot., 13: 505-521.

Kraus M.W., Piff P.K. & Keltner D. (2011). Social class as culture: The convergence of resources and rank in the social realm. Curr. Dir. Psychol. Sci., 20: 246-250.

Markert B.A., Breure A.M. & Zechmeister H.G. (2003). Bioindicators & Biomonitors. Principles, Concepts and Applications. Trace Metals and Other Contaminants in The Environment 6. Elsevier Science, Oxford, UK. 997 p.

Ridley M. (2000). Genome: The Autobiography of a Species in 23 Chapters. HarperCollins Publishers, New York, NY, USA. 344 p.

Saleebey D. (2001). Human behavior and social environments: A biopsychological approach. Columbia University Press, New York, NY. USA.

Van Wormer K. (2011). Human Behavior and the Social Environment. Individuals and Families. Oxford University Press, Inc., New York, NY. 323 p.


WHO Europe (2007). Health risks of heavy metals from long-range transboundary air pollution. Copenhagen, Denmark. 130 pages.

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